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La Razón a la Morgue


En el día siguiente al veredicto del caso de Kornmann (1), a las 7 en punto de la mañana, una mujer desconocida fue encontrada sin vida en la gran escalera. Fue llevada a una gran habitación, fue expuesta al público, nadie la reconoció en el antro del enredo; nadie osó tocarla, pues estaba vestida con unos harapos mugrientos. Daudet, quién estaba caminando por allí como siempre, metió las manos en el bolsillo de la pobre mujer, y encontró una carta que estaba dirigida: A la Razón. La abrió y la leyó.

"Me desespera ver el estado al que habéis quedado reducida. No debe haber en la tierra otros problemas si estáis aquí en Francia. Yo podría ofreceros un asilo conmigo, pero ¿qué imagen podría mostrarle a la corte? Me he guardado muy bien hasta hoy de dar sospecha de que os conozco. Mirad, si podéis tomar la apariencia de la locura para gustar a la reina, la de una puta para gustar a M. de Breteuil (2), la de una tonta para gustar a M. de Barentin (3), el aire de hipocresía de Príapo y el de la avaricia para gustar al clero, la de la arrogancia y la estupidez paragustar a la nobleza, y, la de la libertad para gustar al Tercer Estado. De buena fe sufro vuestras penas, que han durado tantos siglos. Le hablé de vos al rey. Me respondió que no quería abrir la puerta de su reino a extraños. La reina estaba presente y me preguntó, susurrando a mi oído, que si erais bonita y me propuso daros una posición como la de Mesdames de Polignac y Lebrun, pero solo si erais vigorosa, rellenita y linda. 
Ahora bien, como os disgustan los halagos, admitiré que os presenté tal y como sois; envejecida por la desgracia, demacrada por una hambre atrabiliaria y misántropa por la fuerza de los rebajos de parte de los hombres, los ojos destrozados por el príncipe de Condé, desvestida y difamada por el príncipe de Conti. La reina me respondió "ah, bueno..."

Os sugiero buscar al duque de Orléans, él es el único capaz de reconoceros, y podría daros la boutique en donde se venden las novedades de su Palais-Royal. La estupidez vendió la sabiduría, ahora la sabiduría venderá a la estupidez.

Me siento realmente infeliz porque no me atrevo a hacer el bien, y, ni siquiera se cómo voy a salir de este laberinto. Las nubes de los estados generales van a estallar, y una tormenta saldrá de ellas, una tormenta que nos envolverá en polvo; entraremos con un solo ojo, y escaparemos ciegos.

No me volváis a dar ningún concejo más nunca. Me perderíais. Se necesita oro y como solo puedo encontrarlo sacrificando mi honor, podríais alejarme de él y podríamos perecer.

Juradme que permaneceréis callada durante las sesiones de los Estados Generales, exactamente como habéis estado durante los tres últimos años. Mañana, Kornmann será juzgado; el deseo de la reina y de las putas está en contra de él. Os exijo que vayáis y escuchéis el veredicto, entonces podréis decírmelo después. Podéis iros sin temer a M. Lenoir (4); nadie va a reconoceros."

NEKER (sic)

Así, Daudet comenzó a reírse y el monseigneur Séguier regresó a su carruaje, fantaseando con poner una denuncia contra la Razón.
El cuerpo fue llevado a la morgue (5), en donde se quedó durante un largo tiempo.

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(1) William Kornmann era un burgués que había solicitado el divorcio, porque su esposa tenía un amante -Daudet- al que financiaba con el dinero de su dote. La mujer ganó el juicio y Kornmann fue arrestado. El caso fue escandaloso, la opinión pública era favorable a Kornmann.
(2) Louis Auguste Le Tonnelier de Breteuil fue el último ministro del rey, después de Necker. Su elección fue uno de los factores que ocasionó la Toma de la Bastilla, ya que al pueblo le agradaba Necker y Bretuil era un contrarrevolucionario declarado.
(3) Charles Louis François de Paule de Barentin era en la época del relato, el guardasellos del rey.
(4) Jean-Charles-Pierre Lenoir era el cruel y malvado jefe de la policía.
(5) Saint-Just usa la palabra morne en el original, en el sentido de morgue.